De los gatos de aquella colonia que le quitaba el sueño, ella era la más flaca, la más vieja y la más arisca.
También la que tenía más mañas, la impaciente que no daba tiempo a abrir latas ni recipientes con alimento húmedo.
Estaba hambrienta, desesperada.
Siempre maullaba desde la distancia, siempre estaba presente, pero era intocable..